jueves, 21 de febrero de 2013

Nestro amigo Zaki y su fiel compañero Suzaki en un desencuentro único, por Juan


De la moto de Zaki
(Basado en una serie de entrevistas mantenidas con Zaki el 10/2/13)

Durante la primera cerveza hablábamos del futbol. La verdad que ni me acuerdo ya cual era el problema, nos faltaba gente; Zaki se había equivocado al organizar o creo que era un chino que nos cago y entonces no se podía jugar. No se todo eso había que avisárselo al resto, a los que no estaban; porque no todos habían venido a la esquina y esos no sabían todo el problema con el chino.
            Con cada tanda de cerveza o cigarro que se prendía mas se iba diluyendo el tema del futbol, el chino se convirtió en algún otro problema, discutimos para que habíamos ido ahí, que hacer después; todo eso mezclado con una cantidad de incoherencias que llevaba las riendas de la discusión por caminos tan sinuosos que ya el futbol era un lejano problema; que de a ratos volvía.
            Este marco dio lugar para que en una noche larga y confusa a Zaki se lo olvidara la moto.
            Yo de todo esto no me entero ahí, a mi me llega al día siguiente. Zaki me cuenta como termino la noche porque yo no estaba; me había ido. Parece, según me dice, que al día siguiente se levanta seguro de que le habían robado la moto; no se algo así como que lo había soñado o creía recordarlo. Sale a buscarla pero no estaba en el lugar de siempre. Trata de recordar, escruta su cerebro intentando pensar donde había dejado la moto pero nada. Haga lo que haga los recuerdos no vuelven es como si nunca hubieran existido. Por como me lo describe entiendo que el corazón se le habría parado. Empezó a caminar por la cuadra no estaba; fue a la esquina miro para las cuatro calles y nada. Estuvo un par de horas dando vueltas por el barrio; por Flores.
            Después de un rato ya la visión esta nublada, solo le preocupa que hay que hacer los papeles la denuncia del robo, además de que solo le van a devolver la guita; no la moto. Preocupadísimo el quijote de flores, el matador de barrio, promete al dios (de cuya existencia reconoce dudar) que si encuentra el ciclomotor la besa en las ruedas. Esta locura aparente no termina ahí, en el peor momento de insania decide preguntarle al policía y sin pensar su discurso se abalanza sobre el oficial: - “master te hago una pregunta? no viste una moto azul, una Zuzuki ax100?porque ayer llegue –algo tomado- y no se donde la deje”. Todo esto disimulado de una “buena onda”, en palabras de Zaki; parece tener un gran efecto en el policía quien luego de una conversación, cuyos datos me resultan confusos de reproducir y creo recordarlos algo inverosímiles, el oficial se compromete a que si encuentra la moto de cuyo paradero poco se conoce llama al civil residente de la pensión de la vuelta. Durante esta conversación el personaje no mide su discurso, no lo adecua a la situación, lo que piensa lo dice: - “por si la ves es una azul que la patente la tiene medio enganchada al revés”  entre otras indicaciones del objeto perdido.
            El motoquero ya desganadísimo y abrumado por la posibilidad de un día sin moto, dobla en la esquina y todo vuelve a tener sentido. Esta la moto, en un segundo ya no importa mas que había que hacer, como se hacia el tramite para denunciarla al seguro, ya nada de todo eso importa. Una de las peores horas de su vida había terminado. Superadísimo por la situación, exaltado de amor y respeto por el elemento metálico, el ciclomotor, la solitaria, la besa; y como había prometido, un beso en cada rueda. Ni sucias estaban las ruedas de la emoción, estaban mas limpias que nunca, casi pensaba si alguien se las habría limpiado en ese rato. ¿Podía ser? ¿Qué había pasado, como estaba la moto ahí? ¿Importaba todo eso? No, creo que no….que moto!

Y así el épico bardo, el del casco, termina su hazaña y vuelve a dormir a la pensión.